19990228

LA TRIBU DE LOS PIENSA IGUAL

Hola, me llamo Como los demás, porque soy como los demás de mi tribu. Mi tribu es la de los piensa igual, y hasta que no me pasó la historia que os voy a contar, no me había planteado ni por qué me llamo como me llamo, ni por qué se llama como se llama mi tribu.

El jefe de mi tribu, Piensa como yo, estaba casado con Sí cariño, y recibía este nombre, según dicen, porque desde que se hicieron novios, Si cariño le decía siempre “Sí cariño” a todo lo que le proponía Piensa como yo. Y es que Piensa como yo era admirado no solo por su mujer, sino también por su amigos y por el resto de la tribu. No es que fuera un líder nato, con todas la cualidades que eso conlleva , pero sí que tenía algo. Algo que arrastraba. Quizá era ese vestir a la moda con taparrabos de marca. O Quizá por su cebra deportiva. Aunque más bien era porque sabía hacer que todos pensáramos como él. Y es que todos los piensa igual opinábamos como Piensa como yo y vivíamos así muy felices.

Mi padre y madre eran unos piensa igual cualquiera. Seguían el mismo ritmo de vida, tenían los mismos gustos y pensaban igual que todos los piensa igual. De tal forma que, supuestamente, no había ninguna disputa en la familia y vivíamos, como ya he dicho, muy felices.

Todo empezó cuando llego una familia de la tribu de los piensa distinto, que gracias a un simpático nómada se habían enterado de que las chozas de nuestra tribu estaban más baratas que en la suya.

Un día por la tarde fui a cazar, a la selva cercana a mi choza, y vi al quinto hijo de la familia, Creativo, que cazaba de una manera diferente a la de mi tribu. Utilizaba un artilugio - bien conocido ahora por mí - llamado red; que estaba hecho con cuerda de pelo de animal trenzado entre si. Lo extendió por el suelo y, seguidamente, puso un trozo de carne. Y enhebró una cuerda más gorda alrededor del artilugio, pasando después la cuerda por una rama de árbol, de tal forma que, cuando se acercó el rey de la selva a probar bocado, tiró con fuerza de la cuerda y el león quedó atrapado. Después, bajo el león con cuidado, sin que se escapara, y bastó una buena pedrada en la cabeza, para tener carne fresca, sin que ninguno de su tribu hubiera muerto. Realmente era innovador y distinto este sistema al que yo estaba acostumbrado, y esto fue sin duda lo que me más gusto en ese momento. En seguida me acerqué a saludarle y a presentarme. En menos de cinco minutos quedé fascinado por todo lo que sabía. Y cuando se puso el sol y llegó la oscuridad nos despedimos.

Llegué tarde a cenar, y nos quedamos sin cena, porque me había pasado toda la tarde hablando con Creativo. Entonces sufrí por vez primera el discurso negativo de mi padre acerca de lo que yo debía saber sobre las normas de nuestra tribu. Para colmo, todos los conocimientos aprendidos de Creativo y que deseaban salir de mi, para ser comunicados, fueron rechazados y prohibidos, por miedo a que pensaran mal de nuestra familia, el resto de la tribu.

Pero la familia de la tribu de los Piensa distinto no fue la única, que gracias al simpático nómada, se había enterado de que en nuestra tribu las chozas estaban más baratas. Y así fue como en poco tiempo, nuestra tribu se llenó de familias de tribus de todos los lugares. Los piensa rápido, aparecieron en seguida. Los pienso luego existo, y los eso de pensar qué es y muchas más, se afincaron por allí en poco tiempo. Total, que piensa como yo y toda la tribu con él, se pusieron nerviosos, ante la cantidad de gente de y ideas distintas. Entonces, piensa como yo se vio obligado a convocar la plaza de consejero del jefe de la tribu. Es decir, buscaba a alguien de la tribu que le dijera lo que tenía que hacer, y eso ya era algo increíble, porque siempre había sido él el que decía lo que había que hacer.

No me fue difícil quedar con Creativo en la tasca del rinoceronte, para que con una cervezas de pis de mono bien frías, consiguiera enseñarme, emn tiempo récord, a pensar de forma creativa. Cómo no, conseguí la plaza de consejero del jefe de la tribu, y gracias a Dios, y después de mucho tiempo, me fue posible hacer ver a piensa como yo, que lo importante no era que todos pensarán como él, sino que cada uno pensara de la forma que más le conviniera, para el mejor desarrollo de cada familia y de la tribu. En poco tiempo salió un decreto de ley indicando que cambiaba el nombre de nuestra tribu al de Piensa como quieras. Costo un poco al principio, eso de que cada uno pensara como quisiera, sobre todo por el miedo al que van a pensar los demás, pero al final casi todo el mundo lo consiguió. Y de esta forma termina esta historia que hizo mejor a mi tribu. Ah se me olvidaba. Yo también me he cambiado de nombre. Ahora me llamo Piensa.

19990227

UN PUEBLO LLAMADO DISCORDIA

Existía, ya hace tiempo, un pueblo llamado Discordia, aunque se podía haber llamado perfectamente Conflicto como ya se verá. El caso es que se llamaba así en honor a las discusiones, sin fundamento, que continuamente se sucedían entre los habitantes de dicho pueblo.En apariencia era un pueblo como los demás, tenía su parroquia, su pescadería, sus agricultores, sus ganaderos, sus guardas, … Y como no, su alcalde. El alcalde se llamaba Discordio (D), no porque fuera el que más sembrara la discordia, afición que todos compartían en el pueblo, sino porque era el nombre que le habían puesto sus padres.Los que si que eran unos profesionales de la discordia en el pueblo eran Luenga suelta (LS) y su colega Borde (B). Un gesto, una miraba, una palabra les bastaba para sembrar discordia de forma fructuosa. Cuando más les gustaba abonar, regar, ver como crecía –o como se quiera decir- la discordia era por las mañanas, paseando de tienda en tienda, cuando empezaba la vida en el pueblo. Al primero que se encontraban era al Pescadero (P), y la conversación que se sucedía, prácticamente todos los días, era igual:-LS: Malos días.-P: ¿De verdad lo son?-B: Pues claro que lo son. ¿No has visto como está tu pescado? Esta más seco que el Granito. -P: ¡Pero que dices, si este pescado ha llegado hace media hora de la lonja, y ha sido pescado esta madrugada!-LS: Se nota, no verían nada y habrán pescado chapapote.-P: Chapa… ¿qué?-B: Vamos… ¡MIERDA MARINA!-P: ¡Cómo te atreves! Te voy a…-LS: No te alteres… No te había dicho malos días… De que te quejas almejas. A ver si sabemos llevar mejor las adversidades del día, y no nos haces pagar tu mal humor a los demás.-P: Te…-B: Te callas… Malos días y adiós. Pescamierda.Ya os podéis imaginar como sería el resto de sus visitas. Pero no os penséis que la discordia sólo la regaban ellos, ya que la discordia podía aparecer en cualquier momento o lugar del pueblo. Y es que aparecía de forma natural sin sembrarla como se puede ver en esta discusión casera:(Son simultáneas las contestaciones)-Cariño has visto mi vestido verde. -Cariño has visto mi pantalón gris.-¿Qué?-¿Qué?-He empezado hablar yo primero.-¿Tu? Pero si antes de que saliera una letra de tus labios ya había empezado yo la frase.-¿Pero que dices? Ya esta como tu madre, Doña perfecta, la que siempre tiene la razón.-Pero que dices, porque la semana pasada se pasara un poco, ahora quieres hacerla pasar por orgullosa. Tu primo Andrés si que es un creído. Ni en el Bautizo de la niña pudo estar en segundo plano. Mira los álbumes de ese día, y le veras al lado de ella constantemente, como si hubiera sido su padrino en el bautizo.-Mira quien fue hablar, el que tiene el hermano más repipi he insoportable que se pueda tener.-¿Cómo que repipi he insoportable? Y tu Bruja.-¿Bruja yo? Tú si que eres un hijo de Bruja.-Falsa.-Judas.-…Bueno pues todo iba así en Discordia, hasta que apareció por allí uno de esos harapientos viajeros que parece que no tienen nada mejor que hacer, que andar sin sentido de pueblo en pueblo en busca de alguna aventura que les haga vivir con más intensidad la vida, como si la vida no tuviera suficiente intensidad por sí misma. El caso es que al primero que se presento fue al posadero, para pedirle aposento. Este, ni corto ni perezoso, lo primero que hizo fue preguntarle si tenía dinero, ya que la pinta que llevaba dejaba que desear. Nuestro simpático viajero sonrió y, aunque el tono del posadero era agresivo, contesto: - Si, tengo dinero. Es que no doy buena imagen porque llevo viajando varios días. Tome esta moneda para la reserva.Saco su billetera llena de billetes de la UP (Unión de Países), se los enseño al posadero, y éste ya se quedo más tranquilo y empezó a hacer las preguntas habituales que hacía a sus clientes:-¿Dígame su nombre y apellidos por favor? -Consenso Democrático Feliz -¿Se llama Consenso?...¿Cómo se puede llamar alguien así?-Pues llamándose. ¿Qué pasa que porque usted no lo haya oído nunca va a ser raro?-No... no... no quería decir eso. Sencillamente... Lo que usted ha dicho, que es la primera vez que lo oigo y la verdad es que me ha llama la atención.-Bueno, pues la próxima vez será la segunda.-Cierto... pues mire, su habitación es la 207. Tome las llaves. Segunda planta pasillo izquierdo.-Muchas gracias.-Buenas noches.-Buenas noches.A la mañana siguiente después de desayunar pregunto dónde vivía el alcalde y le dijeron en la calle enfrentamiento nº 14.Se presento allí y el alcalde le cito dos horas más tarde en el ayuntamiento. Allí fue atendido puntualmente...-Buenos días, pues dígame... ¿qué es lo que le trae por aquí?-Bueno, antes de nada mi nombre es Consenso Democrático Feliz.-Perdone, tiene razón, mi nombre es Discordio Sin Paz.-Encantando. Pues bien, el asunto que me trae a su pueblo es bien claro. Desde ciudades tan lejanas como la mía ya se sabe la fama de discordia de su pueblo. Cosa que he podido comprobar, desde hace tres días que llegue. El caso es que venía a proponerle mis servicios. Me comprometo a cambiar la fama y el nombre de Discordia por Consenso, solo necesito unos meses de trato con los habitantes del pueblo para transmitirles otro talante. ¿Qué me dice?-Mire señor, Consenso, el talante de este pueblo es así. Le guste o no le guste. El caso es que ya hace tiempo, hubo personas que intentaron cambiar esto, pero no lo consiguieron. La discordia en Discordia es una realidad palpable: En los plenos del ayuntamiento, en las reuniones de los sindicatos, en el hogar del anciano, en las tiendas, en casas,… ¡Si quiere usted intentarlo no le voy a decir que no, ya tengo diariamente discusiones más importantes que resolver como para enfréntame con una persona de principios como usted! Pero por favor… No sea un motivo más de discordia.-Muy bien así lo intentaré. Solo le pido una cosa más déme un puesto público como el de cartero para poder desempeñar mi tarea. -Eso esta hecho. Queda nombrado cartero. ¡Marisaaaa…! (gritando a su secretaria) Que este señor que va a salir, le he nombrado cartero, rellénale los papeles…-Muchas gracias señor Discordio déme un año o dos, y ya verá como le solucione este eterno problema.A la mañana siguiente, sin demora y sin retraso, se incorporó a su nuevo trabajo. Se dio a conocer entre sus compañeros del ayuntamiento: a los barrenderos, a los policías,… Estuvo unos días siendo instruido en el oficio de cartero y conociendo las calles de Discordia. Y en una semana ya estaba en la calle de cartero.Enseguida fue motivo de comentarios en los diversos círculos de opinión pública del pueblo: en el mercado, en el bar, etc. Primero porque era la novedad y segundo por el nombre tan curioso de Consenso. Tiempo después empezó a caer bien por su simpatía, su alegría y buen humor. Pasado otra temporada le cogieron cariño por lo atento que era. Al cabo de dos meses era el más apuesto para ellas y un tío ejemplar para ellos. Transcurridos más meses era el más esperado del día por su amabilidad, por acordarse de fechas importantes de la familia (cumples, aniversarios, …)... porque parecía que pensaba más en los demás que en sí mismo. Y es que poco a poco fue el más admirado e imitado por todos. Los padres decían a sus hijos: Mirad a Consenso de mayor tenéis que ser como generoso como él, que os cuidó mientras atendíamos, tu madre y yo, a la abuela cuando estuvo mala.Era admirado por muchas cosas: por su talante elegante, porque no se regodeaba en lo que hacía bien, porque reconocía sus fallos, por lo servicial que era, ... pero sobre todo porque no sembraba discordia. Cuando no estaba de acuerdo con algo trataba de argumentar pacíficamente, sin alterarse, los motivos por los que no estaba de acuerdo. A veces llegaba a un acuerdo, otras, tenia que apoyar la posición del otro, aunque no estuviera de acuerdo, para dar buen ejemplo a los más pequeños y para hacer más peso, entre él y el otro que discutía, en la solución del problema. Otras callaba y aguantaba el chaparrón de Borde. El caso es que poco a poco se hizo posible llamar al pueblo Consenso, y poder resolver los problemas de una forma pacifica y consensuada. Consenso en breve paso de cartero a alcalde, por consenso democrático y fue un mito durante varias generaciones por haber cambiado el talante del pueblo.

19990224

PINTADO EN VERANO

Lo que esta entre paréntesis es lo que piensan los personajes.



- (¿Qué hago a 2 de agosto pintado el pasillo de casa? ¡Pero que calor! ¡Si es que chorreo sudor como jamás se ha visto! ¿No podríamos haber contratado a alguno de confianza, que nos lo hiciera rápido y baratito... y nos ahorrábamos este suplicio? Porque esto es inhumano... El calor es monumental, estoy lleno de pintura y no puedo hacer lo que me apetece.)

- ¡Cariñooooo, estoy harto de pintar!

- (Y yo, que se habrá creído este que este mi hobby preferido. ¡Es que no se da cuenta que desde que tenemos la hipoteca andamos mal de dinero! Y que una cosa como esta, que tiene poca complicación, es tarea nuestra, ¡le guste o no! A ver como se lo explico sin que se enfade.)

- Yo también cariño. Pero date cuenta que ya queda menos, estamos a mitad de pasillo. Esto lo acabamos en “dos patadas”.

-(¿Cómo es posible que Marta no se angustie, sí esto desesperante? Me imagino que querrá tranquilizarme... por que otra cosa no se me... A bueno si... la hipoteca del piso que tanto me costo aceptar. ¡Anda que me dedicó horas Marta para hacerme entender que era lo mejor!)

- Tienes razón, ya queda menos.

- (¡Por fin se da cuenta de que no es para tanto! Al fin y al cabo son dos días pintando. Ah, y menos mal que papá y mamá se han quedado con los niños... ¡no me quiero imaginar como podría haber sido esto con los niños! De todas formas, tengo que reconocer que Paco trabaja rápido y bien, y eso que es informático... La verdad es que siempre ha sido apañado, solo le cuesta ponerse.

- ¡Pues la verdad es que nos está quedando bastante bien!

- Pues tienes razón, no esta mal. Por cierto, ¿qué película "echan" esta noche en la 3?

- Ay... ahora que lo dices ponen “Días de olvido”... ¡Ya tenemos plan!

- Vale pues yo me encargo de las pizzas. La cena hoy corre de mi cuenta.

19990214

¿QUÉ HACER HUIR?

Hace ya tres meses de esto. Fue un día que iba andando por el barrio.Vi que habían puesto un cibercafé. Y decidí entrar a ver cuando costaba. Pregunté al primero que ví, creyendo que era el dependiente. Este leía, y al volver su rostro hacia mí, para contestar mi pregunta, nos vimos. Era él, mi profesor de literatura de bachillerato -por lo visto el también esperaba al dependiente-. ¿Qué hacer? Huir...No. Ya era tarde. Cruce unas palabras, en las que creo que mostré interés hacia él. Hizo de dependiente para mi diciendome el precio, y me fuí.

Hace dos semanas nos volvimos a ver, pero fue en un sitio donde no pudimos charlar. La verdad es que era un profesor que dominaba muy bien su materia, pero cuando pase de curso me quedo un mal concepto de él. Ahora después verle estas dos veces pienso que el ha cambiado, y que yo he cambiando mi exigente concepto de él. Y es que a veces las personas cambian. Y si no estamos atentos a éste cambio -para bien-, seguiremos pensando lo mismo que pensabamos de éstas, siendo injustos con ellas, ya que no respondemos de forma adecuada. Tener esto en cuenta es sin duda fundamental en las relaciones interpersonales, ya que si tengo un buen concepto de mi jefe, amigo, esposa, etc; conseguiré que mejoren mis relaciones con ellos.

99 NI UNA MÁS NI UNA MENOS

Esta mañana he visto a dos conocidos, y no les he saludado. La verdad es que me ha fastidiado no hacerlo, porque a veces pienso que son personas con las que no me he esforzado en el trato.
La única barrera es que hace mucho tiempo que no les veo, y me da "corte"; pero me doy cuenta que si he fallado una vez no puedo hacerlo más; y si vuelvo a fallar... tengo que volverlo a intentar; hasta que me decida a decirle que tal estas ..., y me de cuenta que es una tontería no haberlo hecho antes.

19990210

COLEGIO ASAMBLEA DE MADRID

La señorita Sentido Común del colegio público Asamblea de Madrid tuvo un debate en clase el otro día con sus alumnos de 3º de primaria porque no había acuerdo a la hora de elegir el delegado de clase. Le mando este testimonio, ya que como profesor, me asombra el comportamiento de algunos niños que para tener 8 años deberían comportarse de otra forma.

Profesora: Haber Tamayo y Sáez porque no queréis votar a Simancas si es amigo vuestro.
Tamayo: Es que no nos pasa en los partidos del recreo y sí lo hace a su primo Fausto, que mete un gol de cada diez.
Simancas: Eso no es cierto, no quieren que yo sea delegado porque les vi, en 1ºB, robando huevos Kinder, con los amigos de Aguirre, y tienen miedo de que me chive a la señorita Justi (cia).
Profesora: ¡Si eso es cierto, Tamayo y Sáez recibirán su castigo! Ya hablaré con Justi.
Tamayo: Eso no es cierto, lo que pasa es que no nos pasan en el fútbol.
Simancas: -En bajito y con los dos oídos tapados- Cucho cucho que no te escucho, mete la pata en un cucurucho. Corruptos, corruptos, corruptos,… (Empiezan corear los amigos de Simancas con el tono típico que utilizan los niños para estas cosas).
Profesora: Calla Simancas. Si es cierto lo que dice Tamayo no me extraña que no te quiera votar, ya que el es de los tuyos y le estas pasando.
Simancas: Nada, nada. Son unos (todos sus amigos como antes corean) Corruptos, corruptos, corruptos…
Profesora: Aguirre tu que eres la otra posible delegada que piensas.
Aguirre: Eso que dice Simancas de que mis amigos también roban huevos Kinder no se a que viene si nosotros no tenemos nada que ver. Yo creo que después de lo sucedido, que habrá que aclarar, debería votar de nuevo la clase.
Fausto: Si se vota de nuevo van a ganar los corruptos.
Simancas: Como van a poder votar esos despojos. Aquí no se vota de nuevo, sino fuera por ellos yo hubiera ganado, que no cuente sus votos.
Profesora: Bueno dejaremos pasar una temporada. El tiempo dirá.

19990202

COINCIDENCIAS

El otro día quedé con Juan en el cibercafé de nuestro barrio, para tomarnos algo y buscar información en Internet para hacer un trabajo de ciencias. Solemos ir a este cibercafé, no solo porque está cerca de nuestras casas, sino también, porque Gollo, el dueño, antes tenía un bar de esos en los que te ponen unas tapas gigantes y suculentas de calamares, chopitos, chorizo, etc; y como ahora las sigue haciendo en el cibercafé, nunca dudamos en ir. Ya que se trabaja mejor con una caña y unas tapas.

La verdad es que cuando entras en la “cibertasca” (término que solemos utilizar Juan y yo para denominarla, porque tiene más aire de tasca que de otra cosa) te encuentras con un ambiente genuino. Por un lado está los antiguos clientes de Gollo, señores de más de 50 años que se echan sus partiditas de cartas, con su cigarro negro, sus gambas y su caña. Por otro gente joven que va a chatear, consumir, o a lo que sea. Y también, suele haber algún solitario consumidor de café.

Cuando tocas el teclado de cualquiera de los ordenadores se nota la capa de grasaza reglamentaria, que la identifica como tasca de buenas tapas. Por lo demás, es igual a cualquier otro establecimiento de este tipo.

Bueno, total que nos pusimos a tomar unas cañas y una tapa mientras buscábamos información para el trabajo y escuchábamos un CD de Operación Triunfo.

Cuando se nos acabo la primera caña, me levante con los vasos vacíos, para pedir otras dos. Me dirigí al supuesto camarero, que estaba de espaldas leyendo, y cuando volvió su rostro para atenderme, nos vimos. Era él, mi profesor de Lengua de 3º de ESO –por lo visto el también esperaba al camarero, y vestía como si lo fuera-. ¿Qué hacer? Huir…No. Ya era tarde. La verdad es que era un profesor que dominaba muy bien su materia, pero cuando pase a 4º de ESO me quedo un mal concepto de él, porque iba muy a lo suyo. Cruce unas palabras, en las que mostré interés hacia él. Me pregunto que estudiaba y que tal me iba. Hizo de dependiente para mi pidiéndome dos cañas, y pidió cambio para la maquina de latas de refrescos. Se compró una lata de Coca – Cola, y se marcho con una sonrisa y un adiós.

Me acerque con las cañas a donde estaba Juan, que como estaba tan metido en lo suyo, no se había enterado de con quién me había encontrado. De todas formas él no le conocía, ya que no hemos estudiado juntos hasta que hemos empezado la carrera.

Juan y yo somos amigos del barrio de toda la vida. Siempre hemos estado en la misma panda de amigos, y los dos desde de 4º de ESO hemos querido estudiar la carrera de Ciencias del Mar. Y gracias a Dios, este curso, hemos empezado. Últimamente nos vemos sobre todo en clase. Porque el se ha echado novia, y le lleva bastante tiempo. Pero no perdemos viejas costumbres, como tomarnos unas cañas.

Cuando le conté la sorpresa que me había producido, el encontrarme a mi profesor de lengua de 3º de ESO, y en concreto, cuanto le conté lo de que tenía un mal concepto de él, porque iba muy a lo suyo, y que ahora después de este encuentro lo había cambiado para bien, me dijo:

- Mira Fernando, una de las cosa que tengo bien grabadas en mi cabeza es cuando mi abuelo, antes de morir, me explico que la gente cambia. Y que a veces por un concepto muy exigente que nos hacemos de una persona, no nos damos cuenta de que ha cambiado; de que ha mejorado.

Juan de siempre había sido mi consejero en todos mis problemas, ya que le considero mi más íntimo amigo. Y siempre había tenido algo de filósofo de la vida. Pero esta vez se había pasado. Había dicho lo que yo pensaba con las palabras más justas y acertadas que cabía acertar.

Le mostré mi conformidad con lo que había dicho, con unas palabras en plan pedante insoportable, y se rió. Porque sabía exactamente lo que quería decir.

Cuando terminamos, nos despedimos quedando para jugar al tenis al día siguiente.

Curiosamente, al día siguiente, cuando volvía del partido de tenis, me volví a encontrar con mi ex profesor, que siendo sábado había quedado con unos cuantos alumnos para ir a una exposición. Definitivamente me di cuenta que había cambiado mucho este profesor y mi concepto de él, ya que sus alumnos le apreciaban en cantidad.